Un living para compartir
Sobre «JAM DE POESÍA (Ciclo COMÚN)», por Rocío Estevez
Una habitación con un sillón para dos de color rojo, que imagino aterciopelado. Frente al sillón, una mesa que sostiene dos floreros, con flores también rojas, con un mantel también rojo. Al lado del sillón, un espejo enorme. Entre los floreros, una computadora y detrás del sillón, una proyección de la pantalla que muestra un procesador de textos. En esta jam de poesía hay dos poetas que escriben de manera alternada. Cada una tiene sólo unos minutos para escribir y luego dejar el lugar a la otra, y así reiteradamente. Mientras esto sucede, les demás podemos ver su escritura en la proyección. Es como una partida de ajedrez, donde las jugadoras se mueven para ocupar el lugar de la otra cuando el tiempo lo indica.
Una jam de poesía es un juego. El uso de la palabra jam viene del jazz, de las sesiones de improvisación entre un grupo de músicos, que resuelve en conjunto y sobre la marcha, una pieza improvisada. Acá también hay conjunto, hay creación compartida: se trata de un poema dialógico que se desarrolla mediante la escritura automática, que se exhibe al mismo tiempo que se crea.
Algunos ejes temáticos que abordó este poema escénico fueron la revolución, la justicia, la historia, el encuentro entre personas que resisten, las alianzas y el hacerse compañía, la idea de comunidad, la manada, la búsqueda de una lucha compartida: el darse la mano como un gesto político amoroso. A partir de la actividad desarrollada en el marco de Común, ciclo de arte y derechos humanos, que trató las temáticas ya nombradas, una se pregunta por la memoria histórica, pero también por la memoria sensible. ¿Qué es hacer memoria? ¿Es la poesía una forma de memoria? ¿Es una práctica política? ¿Es posible pensar la memoria como un espacio construido en conjunto? ¿Es la memoria, no sólo aquello que habita en el archivo, sino también aquello que se construye mediante la palabra presente?
«¿Es la poesía una forma de memoria?»
Este tipo de prácticas literarias, como la jam de poesía que aconteció el sábado 14 en Laberinto Casa Club (13 e/ 58 y 59), exponen el proceso de escritura haciéndolo protagonista del hecho escénico. Esta exposición nos hace reconfigurar la noción de “poema” a quienes observamos y leemos. ¿Qué significa escribir en vivo para otres? Significa, en parte, desterrar el mito del escritor solitario en su torre inalcanzable. Significa abrazar el error. ¿Qué implica esto en el acto de lectura? ¿Cómo se lee cuando la lectura sucede de manera inmediatamente sucesiva a la escritura? Se trata de leer un suceso, un texto que acontece, que está siendo procesado.
Hace unos días circulaba en twitter un video de Carl Sagan. Maravillado con el objeto libro, Sagan decía que la lectura nos permitía adentrarnos en la mente de otra persona, lejana, quizás muerta hace siglos. “Los libros rompen la barrera del tiempo, un libro es prueba de que los humanos son capaces de hacer magia”, decía. Entonces, ¿cómo se lee una escritura en proceso, en tiempo presente? ¿Es leer la “consciencia”, la voluntad poética del otrx?. Algo de esta escritura en automático me remite al fluir de la consciencia, ese estilo de escritura que pretende capturar la ebullición de procesos mentales del personaje ficticio o del yo poético. Sumado al microclima del living rojo y ficcional en el que aconteció el poema, no puedo hacer más que recordar a Virginia Woolf y su habitación propia. Pero en este caso, la habitación propia es compartida.
JAM DE POESÍA – CICLO COMÚN (2022)
14/5 – LABERINTO CASA CLUB
POETAS: Camila Parrotta y María Cecilia Dumrauf